Muchos temen que el uso frecuente de las gafas debilite su vista y los obligue a depender de ellas con más frecuencia que la primera vez que las usaron. Hay dos razones muy distintas por las cuales las personas usan gafas: la dificultad para ver de lejos o miopía, cuando los objetos lejanos se ven borrosos, y la dificultad de ver de cerca o hipermetropía, cuando los objetos cercanos no se pueden enfocar. Se han realizado pocos estudios sobre el efecto prolongado del uso de gafas. Y, por lo que sabemos, no existe alguna evidencia de que el uso de lentes afecta la vista.

A medida que envejecemos, el cristalino de nuestros ojos se endurece gradualmente, lo que hace que resulte más difícil el enfoque visual a diferentes distancias. Al darnos cuenta de que necesitamos gafas con mayor frecuencia, concluimos que las gafas empeoran la vista, cuando en realidad, no es así. La decisión de si usar lentes para leer o no, no incidirá de modo alguno en la vista a largo plazo (aunque si tenemos que forzar la vista para leer, podríamos tener dolores de cabeza o sentir irritación en los ojos). 

La situación no es igual con los niños. El hecho de no usar las gafas adecuadas para niños puede tener un impacto a largo plazo, puesto que sus ojos tienen que aprender a ver, así que, si no tienen los lentes correctos pueden desarrollar el llamado «ojo perezoso» o ambliopía, porque nunca han visualizado una imagen nítida en la retina. También se ha demostrado que la prescripción correcta mejora la velocidad de lectura y reduce el riesgo de desarrollar el estrabismo. 

Aunque hay muchas razones para elegir no usar lentes, el temor de que se podría estar causando un daño a la vista no es una de ellas.